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domingo, 19 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad para mi amigo Joaquín

       Salgo. No llueve. Miro y veo un cielo raso y una luna casi llena, y digo: esta noche va a helar aunque el cielo que yo recuerdo de otras veces está lleno de estrellas como si las hubieran "tirao a puñaos”. Me dicen que hasta la entonación te ha salido del alma. Claro, pero si es que en este momento estaba allí, en mi pueblo, y me veo ensayando villancicos para pedir el “aguilando” el día de Noche Buena. En mi pueblo se dice así. Aguinaldo es más difícil de pronunciar. Y sin comerlo ni beberlo recibo una lección magistral de fonética o cómo se llame. Mi acompañante de eso sabe un rato. 
      
      En agradecimiento, y con la vista puesta todavía en aquel cielo estrellado, relato mi experiencia de "aguinlandero": Nos juntábamos los chiquillos  de la misma edad con nuestros instrumentos musicales zambombas, botellas de aguardiente, panderetas, mano de almirez, etc.; todos muy rudimentarios y artesanales.  Había ganas de hacerlos sonar casi con la misma ilusión con que se habían construido secando en la pared y al sol del incipiente invierno, las pieles de conejo y las vejigas de cerdo.  Todo muy prometedor hasta que empiezan a sonar las zambombas, cada uno por su lado. Nuestro director de orquesta, seis meses mayor que los demás pero con la experiencia de haber pasado el año anterior por esto, dice: ¡él que no lleve el ritmo no sale! Todos, o algunos más que otros un poco asustados, porque la letra el que más o el que menos se la sabía; pero, ¿y la música? Y continúa diciendo el director de aprendices de música de  oído: "la "sambomba" tiene que sonar "asín": "diesiséis, diesiséis; pum pum. Diesiséis, diesiséis; pum pum" y yo no oigo más que: "trapo trapo; trapo trapo; la camisa y el jarapo". 
      
      Enseguida me di cuenta de que la música no era lo mío, que aquellos pentagramas me venían grandes. Me consolaba diciendo: ¡...y el frío que van a pasar estos! No vale la pena. Yo a ayudar a la misa del gallo  y a esperar que el cura después se estire con el "mantecao" y el traguito de aguardiente. 
    
     ¡Qué tiempos aquellos! ¡Pero mejor estos por recordarlos! 
 solamente-tu-pablo-alboran

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